Hasta ahora al pensar en prevención de riesgos laborales se nos venían a la mente instrucciones de cómo mantener una postura correcta en la oficina ante el ordenador, arneses y cascos en las obras, gafas especiales en laboratorios y, en general, condiciones de iluminación y ventilación saludables y adecuadas. En muchos casos, sólo se trata de aplicar ciertos hábitos y conductas en el día a día laboral. Pequeñas y simples acciones que pueden salvarnos de situaciones y consecuencias más graves y complejas. Sin embargo, es un terreno en el que todavía hay por hacer, ya que a menudo no damos importancia a estos asuntos que pueden acarrear problemas, sobre todo, de salud.

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